Todo comenzó como cada año, Mr. H, ayudaba en la fabrica de juguetes de Santa, cabe decir que su ardua labor la realiza “Pro bono” ósea, que no cobra nada, porque para él lo importante es ser del equipo de Santa Claus, y llevar alegría a tantos hogares. Mr. H estaba feliz ayudando y envolviendo juguetes, seleccionando los mismos para los pequeños destinatarios y compartiendo sus galletas de jengibre (hechas con sus patitas en casa) con sus amiguitos duendes y renos, pero como dicen: siempre y en todas partes hay una piedrita en el arroz, y un duende envidioso que lo traía entre ceja y ceja, inventó que Mr. H envolvía un juguete, y que otro se lo quedaba él…
Por supuesto que eran calumnias, Mr. H soñaba con ver las caritas de felicidad de los peques al recibir sus regalos. Después del zafarrancho que se armó con el mencionado Duende (omito su nombre) y un reno que se le unió. Mr. H decidió, que aunque fuera muy doloroso para él, lo mejor era irse, antes de darle un disgusto a Santa Claus.
Llegó, no les quiero decir, echo pedazos! En Nochebuena no quiso cenar, sólo rezó y se durmió, pero a los buenos y nobles siempre les llega su recompensa, y un amiguito Reno le escribió a los Reyes Magos, quienes están ansiosos para que se les una lo antes posible en su travesía!
Moraleja de Mr. H, nunca confíes en quién te roba tus galletas de jengibre!
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