Definitivamente Florence Foster Jenkins (1868-1944), ha sido la «peor cantante de la historia». Pero también es un personaje que vale la pena conocer; fue una excéntrica mecenas de la música que estaba convencida de que era una maravillosa soprano. En realidad, la mujer emitía unos sonidos horrendos que ninguna persona con mínima sensibilidad artística podía confundir como canto.
Como Florence (Meryl Streep) era una millonaria muy esplendida, la sociedad hacía oídos sordos, volteaba para otra parte, asistían a sus conciertos y contaban el dinero de sus donaciones. Y aunque al principio de la película no puedes para de reír y darte pena ajena por ella, lo cierto es que encantaba a la gente y a sus más allegados, como su devoto esposo platónico (Hugh Grant) y su joven pianista/asistente (Simon Helberg). Es una película deliciosa que nos recuerda, que la gente y situaciones no son siempre lo que parecen.
Aunque la versión francesa hizo cambios importantes en la historia (cambió el nombre de la protagonista, su nacionalidad y hasta la época), los dos filmes tienen en su centro a la misma protagonista, la «peor cantante de la historia».
Cierto, hay algo de oportunismo entre quienes rodean a esta mujer, pero también están su devoto esposo platónico (Hugh Grant, brillante) y su joven pianista/asistente (Simon Helberg, robándose cada escena), un genuino amor por ella y por su arte.
Que la disfrutes!
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