La respuesta de amigos británicos sobre la serie, fue: “ridículo y plagado de clichés, una caricatura americana del periodo de la Regencia”
Antes de comenzar con los detalles de la serie, debo confesar que soy súper fan de las novelas históricas, con una debilidad especial por la época de la Regencia. En mis estantes, yace la colección de libros de Julia Quinn, quien es la autora de “El Duque Y Yo” (sus libros han sido best sellers del NYT), novela que al parecer, fue la inspiración de la serie de Netflix, Bridgerton. Y menciono al parecer, porque no le encuentro la similitud. Esta historia de streaming, más bien es una mezcla de: un kilo de Gossip Girl georgiana, una onza de Pretty Little Liars una pizca de Crepúsculo, con mucho sexo acrobático, y pareciera como si toda esta mezcla la meten en una licuadora y sin embargo, te deja con ganas de más sustancia.
Por un lado, el creador Chris Van Dusen, deja los elementos más jugosos de la novela de Quinn: lo encantador de cada personaje, los chismes susurrados, las peleas simpáticas, los ingeniosos chistes e insultos, la picardía de los diálogos y las puñaladas por la espalda inteligentes, que no aparecen en esta entrega.
Pero donde el espectáculo se tambalea (feo), es en abrir caminos para sus personajes, que con calzador, parecen más bien un anuncio de refresco de cola, debido a su diversidad étnica. Bailan y saltan en escena un sinnúmero de orientales, indios y negros; Tema que no concuerda para nada con la época.
Algunas de las historias se extienden mucho más que su evolución natural, mientras que otras se introducen y resuelven apresuradamente en una fracción del tiempo. El resultado es un esfuerzo de ritmo inconsistente que finalmente se revela como una parodia estudiantil de «Orgullo y prejuicio» completamente predecible.
«Bridgerton» la serie de libros, es lo suficientemente divertida para querer siempre más, y por ello, el resultado son 8 novelas deliciosas.
Lo único destacable de la adaptación del creador Chris Van Dusen, son los diseñadores de vestuario y la producción, que amplían el mundo de privilegios que ocupan estos personajes con extensas propiedades, opulentos jardines, y extravagantes atuendos de satén,
Y por último, cabe mencionar a la película Cluless (Ni idea o Despistados) de 1995, basada en la novela de Jane Austen, Emma. Fue un éxito total en taquilla y con el paso del tiempo se convirtió en una película de culto. La gran diferencia, con Bridgerton de Netflix, fue que no intentó ser pretenciosa, Cluless sacó la esencia de Emma, para después adaptarla a la época moderna, con buenos escritores, y buenos actores.
